Has tratado de explicar algo que para ti es super claro, pero… ¿nadie te entiende?
Es como una maldición…
Y, en efecto, puede tratarse de una maldición.
La maldición del conocimiento.
Uno de los principales problemas a la hora de comunicar información.
Sobre todo información técnica o especializada.
En 1990 en Stanford, Elizabeth Newton hizo un interesante experimento psicológico.
Agrupó a sus voluntarios en parejas y en cada pareja designó al azar a un voluntario como “tamborileador” y otro como “espectador”.
El voluntario “tamborileador” debía escoger de una lista de 25 canciones muy conocidas y tamborilear una para que el “espectador” tratara de adivinarla.
Le pidió a los tamborileadores que estimaran la probabilidad de que su espectador diera la respuesta correcta. En promedio los tamborileadores estimaron que la chance de adivinar su canción era de un 50%
¿Cuál creen que fue el resultado real? ¿Qué porcentaje de los espectadores lograron adivinar la canción correcta?
No fue un 50%, no fue ni siquiera un 10%.
Fue un 2,5%
En palabras del psicólogo y lingüista Steven Pinker: la maldición del conocimiento es: la incapacidad de imaginar como es no saber algo que tú ya sabes.
Y es cierto: cuando entendemos bien algo, es difícil predecir cuánto entiende nuestra audiencia del mismo tema.
Piensa en lo difícil que es explicarle a tu papá como subir una foto a Instagram. Si llevas tiempo usando Instagram es algo que ya has internalizado y haces de manera totalmente automática.
Tenemos que hacer un esfuerzo muy grande para ponernos en los zapatos de alguien que ve el mundo de manera diferente.
¿Cómo evitar la maldición del conocimiento y comunicar mejor?
Utiliza ejemplos que sean familiares para tu audiencia.
Si hablamos sobre la historia de la vida en el universo y te digo:
La primera vida en nuestros mares surge hace 4 mil millones de años, pero los primeros mamíferos solo surgen hace 200 millones de años, los humanos primitivos hace 2.5 millones de años y los humanos como nosotros, hace tan solo 200 mil años. Todas pueden parecer cifras impresionantes pero palidecen en comparación a los 13.700 millones de años del universo.
Salvo que seas geólogo, astrofísico o tengas una fijación muy especial con los números, es difícil dimensionar estas cantidades.
¿Cómo apreciar nuestra brevedad en el tiempo del universo?
Carl Sagan lo hizo con el CALENDARIO CÓSMICO: transformando la edad del universo en un año, las referencias se hacen familiares.
En el año cósmico, la vida surge recién el 14 de septiembre, los mamíferos el 26 de diciembre, nuestros primeros antepasados el 31 de diciembre a las 22:24 y los humanos modernos recién surgen el 31 de diciembre a las 11:52 de la noche.
La invención de la agricultura y toda la historia que estudiamos en el colegio comienza recién 30 segundos antes de la medianoche de año nuevo.
Pide ayuda
Si ocupas ejemplos familiares y evitas los términos técnicos, podrás prevenir la maldición del conocimiento, pero sin duda la mejor inmunización es chequear tus presentaciones con alguien fuera de tu órbita cercana.
Investiga qué tipo de personas estarán en tu audiencia cuando tengas que hacer la presentación. Piensa en aquellos que están más alejados de tu experiencia, preocupaciones y forma de ver el mundo y trata de encontrar a alguien parecido a ellos para presentarle antes de tu presentación oficial.
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